El depresivo


Alejado del mundo y sus habitantes,
estaba encerrado en el olvido,
quería abatirse contra el viento
lograr destruir las cadenas que lo encerraban.

Gritaba de rabia contra el viento
pero no lograba éxito alguno,
el mundo se le hacia grande
voces, ruidos, gritos, carcajadas
que no iban a ninguna parte.

Creyó sentirse muy distinto
a lo que el pensaba,
pensaba que era distinto
a todo aquel pequeño mundo suyo.

Intento pronunciar palabras
a gritos sobre el viento
más lo único que obtuvo fue silencio.

Un silencio pausado, triste,
entresalido de su garganta
que le impedía expresar lo que sentía
desde lo más profundo de su alma.

Alma amendrantada por el tiempo,
acongojada, destruida por su propio silencio.

El mundo a su alrededor 
era miseria, desamor, problemas, angustias,
todo lo que hacía que se sintiera de aquella manera.

No era más que un simple objeto,
que no podía hablar ni contar lo que le pasaba.

Era él y su mundo
él y su silencio
que no se lo llevaba
ni siquiera el viento.

Se contuvo un momento
y por fin pudo expresarse 
con silencios gritando...

Julio César Moreno